El risotto, a pesar de ser mejor disfrutado recién hecho para apreciar plenamente su textura cremosa y su sabor equilibrado, se puede conservar si es necesario. Generalmente, el risotto puede guardarse en el frigorífico hasta tres días.
Es importante almacenarlo en un recipiente hermético para mantener su frescura y evitar que absorba olores de otros alimentos. Sin embargo, es crucial recalcar que la textura del risotto cambiará al ser rehecho.