Desalar el bacalao es un proceso que requiere atención. Debe estar lo suficientemente salado para aportar sabor, pero no tanto como para dominar el plato. El truco está en cambiar el agua varias veces durante el proceso de remojo, probando el pescado hasta encontrar el punto justo.

Un bacalao bien desalado debe tener un sabor delicado, capaz de complementar los demás ingredientes sin abrumar. Este balance es esencial para que el plato mantenga su identidad, respetando la sutileza del sabor que lo hace único.